Declaración Antiglobalista
- Existen Dos Sexos
- Feminismo y Complementariedad
- Los Infantes Son De Los Padres
- La Propiedad Privada
- No A La Reducción De La Población
- Fronteras Reales
- El Cambio Climático Es Falso
- La Justicia Social Es Un Engaño
- Servimos A Dios, No Al Estado
Firmes en la verdad de la Palabra de Dios y en la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, esta declaración proclama principios fundamentales ante una sociedad que se ha alejado del orden divino. En tiempos de creciente confusión e ideologías contrarias a la verdad bíblica, afirmamos el diseño de Dios para la humanidad y llamamos a permanecer fieles a Su voluntad.
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31 de Marzo del 2025
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1. Existen Dos Sexos
La Biblia establece con claridad que Dios ha creado al ser humano con una distinción única en dos categorías sexuales y de género: hombre y mujer. Esta verdad fundamental está reflejada en el relato de la creación, en la Biblia, donde Dios forma al hombre y a la mujer distintamente a Su imagen y semejanza (1) y los une en una relación singular de complementariedad y propósito divino (2). En este diseño perfecto, el hombre y la mujer son llamados a la unión matrimonial, bendecida por Dios, con el mandato de fructificar y multiplicarse (3). Esta unión constituye la familia, núcleo natural y espiritual establecido por Dios, y fundamento de toda sociedad.
Esta relación establecida por Dios entre hombre y mujer no es equiparable a otras formas de unión o amistad que contradicen el orden divino, como las relaciones entre personas del mismo sexo, el transexualismo, la unión con animales o las relaciones entre adultos e infantes, todas ellas rechazadas desde una perspectiva bíblica. Las doctrinas LGTBQ+ y sus posibles evoluciones son contrarias al diseño original de Dios, y la Escritura es clara al condenar cualquier intento de distorsionar la distinción natural entre hombre y mujer, incluyendo las relaciones homosexuales (4), la confusión de géneros (5) y el abuso de menores (6).
Dios, en Su infinita sabiduría y amor, ha diseñado un orden moral para la humanidad, el cual debe ser respetado y seguido para el bienestar espiritual y físico de todos. Por tanto, nos declaramos comprometidos con la Palabra de Dios, afirmamos la posición bíblica sobre el género y el sexo, y llamamos a todos a vivir conforme a la voluntad divina revelada en las Escrituras.
1. Génesis 1:27, Génesis 5:1-2
2. Génesis 2:24
3. Génesis 1:28
4. Levítico 18:22, Levítico 20:13, Romanos 1:26-27, 1 Corintios 6:9
5. Deuteronomio 22:5, 1 Corintios 11:14-15, Efesios 5:31
6. Levítico 18:6-30, Mateo 18:6
2. Feminismo y Complementariedad
Las Sagradas Escrituras enseñan que el diseño divino para la humanidad implica una distinción clara y complementaria entre los géneros: hombre y mujer. En Génesis, se nos revela que Dios creó al hombre primero y luego formó a la mujer de su costilla, destacando su naturaleza complementaria y la unidad que se forma en su relación (1). El hombre y la mujer no son rivales ni competidores, sino que están llamados a complementarse mutuamente dentro del orden divino, reflejando la imagen de Dios (2).
Dios ha instituido roles distintos para cada uno en el hogar y la sociedad. El hombre es llamado a liderar con amor, protección y responsabilidad, mientras que la mujer es llamada a ser su ayuda idónea, no en un sentido de inferioridad, sino en el contexto de una relación de respeto mutuo y apoyo (3). En el Nuevo Testamento, se nos enseña también que la mujer debe respetar y someterse a su marido en el Señor, como un acto de obediencia a Dios y reflejo de la relación entre Cristo y su Iglesia (4). Este sometimiento no debe entenderse como una sumisión en términos de opresión o desigualdad, sino como un reconocimiento de los roles complementarios y divinamente ordenados.
El feminismo radical promueve una visión que busca la confrontación entre los géneros, presentando una lucha de poder entre el hombre y la mujer. Sin embargo, esta ideología está en contradicción con el propósito original de Dios, que no diseñó una rivalidad entre los géneros, sino una armoniosa cooperación basada en la complementariedad. El hombre y la mujer son iguales en dignidad, pero sus roles son diferentes, y esta diferencia no es un obstáculo, sino una manifestación del orden divino para la humanidad.
Las Escrituras también subrayan que el amor y respeto mutuo son fundamentales en las relaciones entre hombres y mujeres. En el Nuevo Testamento, se exhorta a los hombres a tratar a sus esposas con honor, reconociendo que ellas son coherederas de la gracia de la vida (5). Esta perspectiva elimina la necesidad de una lucha por la supremacía de género auspiciada por el feminismo radical y, en cambio, promueve un respeto profundo y un apoyo mutuo en el contexto de los roles divinamente establecidos.
Por lo tanto, la narrativa bíblica no promueve la confrontación entre géneros, sino que resalta la belleza de la complementariedad divina. Hombre y mujer fueron creados con propósitos diferentes, pero igualmente importantes y valiosos ante los ojos de Dios. En lugar de buscar redefinir los géneros y roles establecidos por el Creador, debemos aceptar y vivir según el diseño que Él ha trazado, promoviendo una sociedad que honre y valore las diferencias complementarias entre los sexos.
1. Génesis 2:21-24
2. 1 Corintios 11:7-9
3. Efesios 5:23-25, Colosenses 3:18-19
4. 1 Pedro 3:1-7
5. 1 Pedro 3:7
3. Los Infantes Son De Los Padres
La familia es una institución creada y ordenada por Dios, donde los padres tienen la responsabilidad y autoridad sobre la crianza, formación y educación de sus hijos. Las Escrituras enseñan que los hijos son una herencia del Señor (1) y que los padres tienen la tarea de instruirlos en los caminos de Dios (2).
Dios ha delegado a los padres, y no al Estado ni a ninguna otra institución, la responsabilidad principal de la educación de sus hijos. La enseñanza bíblica deja claro que los hijos deben obedecer a sus padres en el Señor, ya que esto es justo y conforme a Su voluntad (3). Asimismo, los padres tienen el deber de criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor, protegiéndolos de ideologías y enseñanzas contrarias a la Palabra de Dios.
La corrección y enseñanza de los hijos por parte de los padres es un principio bíblico inquebrantable, pues refleja la disciplina amorosa que Dios mismo ejerce sobre Sus hijos, ya que así como el Señor corrige a los que ama para su crecimiento en justicia, los padres deben guiar a sus hijos con amor y corrección para su formación en rectitud (4).
Cualquier intento de usurpación de esta autoridad parental por parte del Estado u otras instituciones es contrario al orden divino establecido en las Escrituras. En la Biblia, vemos ejemplos claros donde los creyentes se oponen a la intervención injusta del Estado en la educación y formación de sus hijos, confiando en la soberanía de Dios sobre sus familias (5).
Por lo tanto, afirmamos que la potestad sobre los hijos pertenece a los padres, quienes son responsables delante de Dios de su crianza y formación. Como creyentes, debemos defender y preservar el diseño divino de la familia, protegiéndolo de cualquier injerencia externa que busque alterar o redefinir su estructura conforme a los principios bíblicos.
1. Salmo 127:3
2. Proverbios 22:6, Deuteronomio 6:6-7
3. Efesios 6:1-4, Colosenses 3:20-21
4. Hebreos 12:7-11
5. Éxodo 2:1-10, Daniel 1:3-8
4. La Propiedad Privada
La Biblia enseña que la propiedad privada es un derecho legítimo otorgado por Dios y que debe ser respetado. Desde los Diez Mandamientos, Dios prohíbe el robo y cualquier forma de apropiación indebida de lo ajeno (1). Las Sagradas Escrituras también condenan la usurpación de tierras y bienes, enfatizando la importancia de la justicia y la equidad en la posesión de los recursos (2).
Las ocupaciones ilegales, el saqueo y cualquier intento de despojar a otros de sus bienes total o temporalmente, son actos que atentan contra el orden divino. La enseñanza bíblica destaca la necesidad del trabajo honesto y la diligencia como medios para la prosperidad, en lugar de la expropiación injusta de lo que pertenece a otros (3).
Por lo tanto, rechazamos cualquier ideología que busque justificar el robo, la confiscación indebida de bienes o la anulación del derecho de propiedad privada. La justicia y el respeto a los bienes ajenos son principios fundamentales de cualquier sociedad y, como en consecuencia y compromiso con la Palabra de Dios deben ser defendidos.
1. Éxodo 20:15, Levítico 19:11, Deuteronomio 5:19
2. 1 Reyes 21:1-16, Proverbios 22:28
3. 2 Tesalonicenses 3:10, Proverbios 10:4, Efesios 4:28
5. No A La Reducción De La Población
La Sagradas Escrituras enseñan que la multiplicación de la humanidad es una bendición de Dios y no un problema que deba ser corregido. Desde el principio, Dios ordenó al hombre y mujer a fructificar y llenar la tierra (1), mostrando que la expansión de la humanidad es parte de Su propósito divino.
Las ideologías que promueven la reducción de la población, ya sea a través del control de la natalidad, el aborto o la promoción de la esterilidad, se oponen a este mandato divino. La Escritura afirma que los hijos son una herencia del Señor y una recompensa de Su parte (2).
Asimismo, rechazamos la eutanasia y cualquier política que promueva el abandono de los enfermos y ancianos como si estos fueran una carga para la sociedad. Cada ser humano tiene valor delante de Dios (3), la vida debe ser protegida en todas sus etapas. También condenamos las ideologías que buscan reducir la población mediante guerras, hambrunas o cualquier otro medio que atente contra la dignidad humana.
Por lo tanto, rechazamos las filosofías que buscan limitar artificialmente la población mundial y afirmamos la verdad bíblica de que la vida humana es valiosa y debe ser protegida y fomentada conforme al diseño de Dios en cualquier etapa.
1. Génesis 1:28, Génesis 9:1
2. Salmo 127:3-5
3. Éxodo 20:13, Proverbios 24:11-12
6. Fronteras Reales
La Biblia enseña que los extranjeros deben ser tratados con compasión, justicia y amor (1), recordando que el pueblo de Israel también fue extranjero en Egipto. Sin embargo, esta acogida siempre se daba dentro de un marco legal y bajo el respeto al orden moral y social establecido por Dios. El extranjero que habitaba entre los israelitas debía someterse a las leyes y costumbres del pueblo al que se integraba, sin imponer sus propios valores ni prácticas culturales (2).
Dios, en Su soberanía, no solo permite, sino que establece límites entre las naciones (3), y ha delegado a los gobiernos la responsabilidad de mantener el orden, la justicia y la paz (4). La Escritura no avala una inmigración desordenada, forzada o masiva que atente contra la identidad espiritual, cultural o la seguridad de una nación. El principio bíblico de hospitalidad está subordinado al principio divino de justicia, responsabilidad y soberanía.
La inmigración sin control, impuesta desde estructuras globalistas, puede ser utilizada como herramienta de desestabilización social y destrucción de las identidades nacionales. La Palabra de Dios nos muestra que el pueblo del Señor siempre fue llamado a ser compasivo, pero también celoso de guardar sus límites, sus valores y su identidad, para no mezclarse con prácticas contrarias a la verdad revelada (5). La acogida no debe significar nunca la renuncia al orden que Dios ha establecido.
Por tanto, afirmamos que toda nación tiene el derecho y la obligación moral de regular sus fronteras conforme a principios de justicia, legalidad y protección del bien común. La defensa de la soberanía nacional, cuando está alineada con la voluntad de Dios, es una manifestación legítima del amor al prójimo y del deseo de preservar el orden, la paz y la verdad en medio de las naciones.
1. Éxodo 22:20; Levítico 19:34; Deuteronomio 10:18-19
2. Levítico 18:26-30; Números 15:15-16
3. Deuteronomio 32:8; Hechos 17:26
4. Romanos 13:1-4; 1 Pedro 2:13-14
5. Esdras 9:1-2; Nehemías 13:23-27; 1 Corintios 14:33; Isaías 10:1-2
7. El Cambio Climático Es Falso
La Biblia enseña que Dios es el Creador soberano del universo y que todo lo que ha hecho es bueno y ordenado conforme a Su voluntad. Desde el principio, en el Génesis, Dios creó la tierra, el mar, los cielos y todas las criaturas, y vio que era “muy bueno” (1). Esto nos muestra que los climas y los ecosistemas están bajo Su control y providencia. Aunque el mundo experimente cambios naturales, Dios sigue dirigiendo todo según Su propósito eterno.
El ser humano, creado a imagen de Dios, ha sido encargado de cuidar y administrar la creación (2). Sin embargo, esta tarea debe realizarse con humildad, reconociendo que las estaciones y los ciclos de la naturaleza responden al gobierno soberano de Dios. Cuando el hombre pretende controlar o manipular la creación sin considerar a su Creador, cae en soberbia y error.
En la actualidad, se ha promovido la idea de que el cambio climático es causado en esencia por la acción humana; no obstante, esta visión no concuerda con la enseñanza bíblica, que afirma que los procesos naturales están en manos de Dios. A lo largo de la historia, la tierra ha atravesado ciclos climáticos y transformaciones sin que el ser humano haya sido responsable directo. La Escritura —como en los Salmos (3)— recuerda que es Dios quien regula las estaciones, los vientos y todo lo que ocurre en la creación.
Por ello, debemos rechazar interpretaciones alarmistas o politizadas de los cambios climáticos que pretenden imponer controles extremos, muchas veces mediante impuestos abusivos o la apropiación de recursos bajo pretextos ecológicos. Estas narrativas desvían la atención de la verdadera enseñanza bíblica: que la creación pertenece a Dios, y que el hombre debe ejercer su responsabilidad con mayordomía, sabiduría y reverencia ante el Señor. En ninguna parte del relato bíblico —ni en la creación ni en las profecías escatológicas sobre el fin de los tiempos— se enseña que la tierra será destruida por la contaminación del hombre. Es Dios quien determina el principio y el fin de todas las cosas. (4)
1. Génesis 1:31
2. Génesis 1:28, 2:15
3. Salmo 104:19-30
4. Colosenses 1:16-17
8. La Justicia Social Es Un Engaño
En la actualidad parte de nuestra cultura ha abogado por la ‘justicia social’ definiéndolo como la búsqueda de la equidad entre los ciudadanos dentro de una sociedad, asegurando que todos tengamos acceso a derechos, recursos y oportunidades de manera igualitaria, buscando reducir las brechas que generan desigualdades en un Estado, promoviendo sistemas más justos y solidarios.
Esta definición, aunque parezca estar llena de un gran altruismo y bondad, Se aparta de la perspectiva bíblica en dos sentidos: no deja de ser una estratagema lingüística, y por lo tanto, un robo engañoso para justificar un crédito financiero indefinido a estructuras gubernamentales, y se aparta de el concepto tradicional de la igualdad ante la ley, es decir, la justicia legal.
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La justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en los derechos humanos, más allá del concepto tradicional de justicia legal, y es esencial para que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial.
En la sociedad actual, el concepto de “justicia social” ha sido distorsionado, y a menudo se busca una igualdad superficial que impone soluciones humanas en lugar de basarse en principios divinos. Desde una perspectiva bíblica, la verdadera justicia no consiste en una redistribución obligada o impuesta de recursos o en la imposición de una igualdad artificial, sino en el trato justo, equitativo y lleno de misericordia hacia cada persona, reconociendo su dignidad como creación de Dios. La Biblia enseña que todos los hombres, al haber caído en pecado, necesitamos la gracia de Dios, y que los sistemas humanos, por más justos que parezcan, no pueden ofrecer una justicia perfecta debido al pecado en el mundo. Mientras los gobiernos tienen la responsabilidad de administrar justicia (1), estos sistemas terrenales siempre serán imperfectos, ya que el mundo entero está bajo el poder del maligno (2), lo que afecta la verdadera justicia que solo se encuentra en Dios. Las ideologías modernas de “justicia social” suelen desviar el enfoque de la verdadera solución, que es el Evangelio de Jesucristo, el cual sana las divisiones, restaura las relaciones y trae paz verdadera (3) más allá de las soluciones temporales humanas.
Dios nos llama a actuar con justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con Él (4), reconociendo que la justicia verdadera no se encuentra en los movimientos sociales que buscan imponer una igualdad forzada, sino en vivir de acuerdo con los principios de Dios. La verdadera justicia se basa en su voluntad y no en ideologías seculares que pueden desvirtuar su propósito. El Evangelio de Cristo derribó las barreras entre las personas (5), y solo a través de Él encontramos la paz verdadera, la cual no depende de nuestras propias fuerzas sino de la obra redentora de Jesucristo. La verdadera justicia según Dios no es negociada, sino que se expresa en la defensa de los oprimidos y en la búsqueda de la equidad que refleja el corazón de Dios (6).
Finalmente, el llamado bíblico es que se haga justicia conforme a la voluntad de Dios, sin caer en las trampas de una justicia social que muchas veces está centrada en agendas humanas y no en la verdad de su palabra (7). La justicia verdadera se encuentra en el Evangelio, el cual trae transformación a los corazones y no en soluciones políticas que solo ofrecen un cambio superficial.
1. Romanos 13:1-4
2. 1 Juan 5:19
3. Efesios 2:14-15
4. Miqueas 6:8
5. Efesios 2:14-15
6. Mateo 5:3-10, Lucas 4:18-19
7. 2 Corintios 10:4-5
9. Servimos A Dios, No Al Estado
La Sagradas Escrituras establecen claramente que nuestra principal y última lealtad y obediencia debe estar dirigida a Dios y a Su voluntad, y no a los poderes terrenales o sistemas de gobierno que pudieran tratar de usurpar esa autoridad. En el Antiguo Testamento, se nos muestra cómo los israelitas debían rendir obediencia a Dios por encima de cualquier otro poder (1). De hecho, cuando los gobernantes o líderes de la nación trataban de desviar a las personas de la adoración y el servicio exclusivo a Dios, los profetas se alzaban con valentía para denunciar estas injusticias (2). La obediencia a Dios es presentada como una prioridad fundamental sobre cualquier mandato humano que se oponga a los principios divinos.
En el Nuevo Testamento, Jesús mismo afirmó que debemos dar “a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” (3). Este versículo refleja la importancia de cumplir con las obligaciones civiles, pero también subraya la superioridad de la obediencia a Dios. Los apóstoles, en situaciones similares, nunca dudaron en poner la obediencia a Dios por encima de las autoridades terrenales. Cuando el Sanedrín les prohibió predicar en el nombre de Jesús, Pedro y los demás apóstoles respondieron con firmeza: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (4). Este principio refleja que, aunque los cristianos deben ser ciudadanos responsables, su lealtad final no se dirige al Estado ni a las leyes humanas que contravienen los mandamientos de Dios.
La servidumbre a Dios implica vivir conforme a Su voluntad en todos los aspectos de la vida, incluso cuando los sistemas de poder de la tierra no coinciden con los principios divinos. Jesús enseñó que “su reino no es de este mundo”, y por lo tanto, la verdadera autoridad proviene de Dios, no de las instituciones humanas (5). El apóstol Pablo también recordó a los creyentes que su ciudadanía final está en los cielos (6), lo que implica que, aunque vivimos en un sistema político terrenal, nuestra fidelidad última y nuestro propósito están más allá de las estructuras humanas.
En conclusión, la servidumbre a Dios exige que nuestra obediencia y lealtad estén dirigidas principalmente hacia Él, quién es el soberano absoluto de todas las naciones y la única autoridad que merece nuestra sumisión total (7). La obediencia a las autoridades terrenales es válida solo en la medida en que no entre en conflicto con los mandamientos divinos, ya que, como cristianos, somos llamados a ser siervos de Dios primero y ante todo, sin ceder a la idolatría del Estado o sus leyes injustas (8).
1. Éxodo 20:3, Deuteronomio 6:5
2. 1 Reyes 18:21, Jeremías 17:5-7
3. Mateo 22:21
4. Hechos 5:29
5. Juan 18:36
6. Filipenses 3:20
7. Colosenses 3:23-24
8. Hechos 4:19, Romanos 13:1-7
La Declaración Antiglobalista ha sido elaborada por un grupo de profesionales de distintas disciplinas, todos ellos firmemente arraigados en convicciones bíblicas y comprometidos con transmitir estos principios a la sociedad y cultura en las que Dios los ha colocado. El equipo que ha contribuido en la redacción, revisión teológica, sintáctica, gramatical o conceptual de alguna de las versiones de esta Declaración lo ha hecho de manera completamente voluntaria, sin recibir ninguna compensación económica.
Si deseas proponer revisiones al texto, ya sea en términos de redacción, contenido teológico, gramática o sintaxis, puedes enviarlas al equipo. En caso de que se consideren significativamente relevantes para la claridad y fidelidad del mensaje, se realizarán las modificaciones correspondientes.
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